El siglo XVI está caracterizado por un importante crecimiento demográfico debido fundamentalmente al aumento de la producción agrícola y a las mejoras en la integración de mercados. El sector agrario se caracterizaba por ser el más importante de la época.El evidente incremento de la producción fue impulsado por el de la demanda de una población creciente, con niveles sociales con un mayor nivel de renta, de las manufactura en auge y de los propios estados. La producción estaba diversificada ya que se cultivaba cereales los cuales tuvieron un especial protagonismo, asimismo se cultivaba trigo, cebada, centeno y posteriormente el maíz cuyo cultivo seria fundamental con posteridad. Este aumento de productividad del campo permitió el desarrollo de una ganadería intensiva que aportaba el beneficio añadido de una mayor cantidad de abono para los cultivos. El crecimiento de la población, de la demanda en general, de la producción agraria y manufacturera lleva a dar más importancia al movimiento de mercancías y capitales. Ese incremento no sólo necesitaba de barcos, carretas y tropas de mulas y es asi como se expanden los mercados tanto a nivel regional como nacional e internacional; asi como también surgen las ferias que era espacios en el que se incentivaban los niveles de compra – venta animados por las ventajas fiscales, se desarrollaron sistemas contables, se le dio fiabilidad al correo, a los seguros en los transportes y a los tipos de cambio e interés del dinero.
Junto a las dos primeras características de la evolución de la población del siglo XVI se une un importante proceso de urbanización con el surgimiento de un mayor número de ciudades y de habitantes que residen en ellas ante la presencia de un mayor número de actividades económicas. Holanda, Inglaterra, Norte de Italia y Castilla pueden señalarse como las regiones más urbanizadas
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